jueves, 28 de enero de 2010

que.

Que si hace tres meses, y que si hace yo, que si hace la pose, o hace el cuerpo. No sé cuánto de cada poner y ni cuánto de todo evitar.

Ya todo ha tomado tanta coherencia que va perdiendo la magia del no entender ni poder catalogar. Sin querer etiquetar, busqué la etiqueta en un millón más de cosas de bazar. Pero siempre la pose, siempre el cuerpo. En el tren, que pocas veces pisé, o en la selva, de siempre de cada día, en navidad, en verano, en invierno, en el día del amigo.

Que la alacena, que el sol, que los vitrales, que los alienígenas, los dinosaurios y puercoespines, que las alcantarillas. Es todo una ensalada de lo mismo, y casi siempre manejarse por citas.

Que me interesa el amor y me interesa el odio, que me interesa la razón y el instinto, que está en el entrecejo, me dijeron. que cuando me sincero, después pienso que pensaba que me sinceraba y estaba mintiendo una vez más, que entonces pienso que me miento al pensar que mentí, y entonces creo que eso es la sinceridad. Y siempre el mismo círculo que no sé dónde empieza, y cuál es el final. El atari de culpas entre la droga y la psiquis que me ataca a cada noche y no me deja terminar de cerrar las ideas. Que si está en mi o en una caja. Que si está en mí, o en mi cama.

Cuánto de cielo, cuánto de suelo, cuánto de subsuelo, mantener con celo alguna especie de mezcla de especies que me den a la concentración perfecta. Que preguntar, sin responder, que responder sin saber a qué pregunta. Que inventar preguntas y facilitar respuestas, que todo tiene un análisis, y darle cuerpo a la mente, para que viaje se mueva, para que se materialice y sea vida. Buscar entre sus rasgos algún atisbo de humanidad que defina lo que estemos planificando para ese momento. Si viaja y se mece, o si viaja y está apretado, si está por escapar, o si está estallando en su lugar, nunca terminé de entender, y no me queda muy clara tampoco la relación entre una y otra. Una vez más, el eterno de quién la empezó, y no me importa, si solo quiero que lo terminen. O no. Pero supongamos que sí, y ¿eso sería lo que estoy buscando? ¿O eso es

lo que estoy buscando evitar?

¡Claro! Es ese ligero límite entre ser aburridamente explícito, darle una vuelta de tuerca, o hacer cosas innecesariamente. El retrato de cada día que me levanto y miro y pinto, y cada momento aportar una pincelada más a lo que venimos planificando. Y de vuelta a la misma gira, de vuelta a la misma carretera.

Pero son ya demasiados minutos de planteos, ¡vaya conclusión! ¡Siempre son demasiados los minutos!, y mejor ni me pongo a contar los segundos, o menos.

Entre rendijas se desliza lo último que me queda de cadenas, para dar paso a las más espléndidas aventuras de mi mente.

1 comentario:

Caracol y amigxs dijo...

para mi es un don, qué querés que te diga...
es como la prosa espontánea de kerouac o como las ventanitas de la compu, una lleva a la otra y de repente tenés 80 abiertas, pero siempre sabés que está el sistema operativo detrás, el windows.
ventanas al más allá. sólo hay que saber utilizarlo... jajaj